Por María Verónica Echeto
La bailaora
tachirense, María Alejandra Niño Linares, ha tenido una excelente trayectoria en
el baile flamenco a lo largo de su vida. Inició sus estudios en dicho baile
desde muy pequeña y considera que es su pasión. Ha participado en diversas
presentaciones dentro del Táchira, así como también en la Competencia Nacional
de Flamenco en 2015. Actualmente, continúa
su formación y también se desempeña como profesora de la Academia de Flamenco Malagueñas
en San Cristóbal.
La bailaora María Alejandra Niño antes de una presentación
Foto: Cortesía de María Alejandra Niño |
¿Qué representa para ti el arte del flamenco?
Personalmente,
considero que es un estilo de vida que te permite amar lo que haces más allá de
ese típico “no me sale”. Es una forma de expresarte y de sentir que te permite
vivir y amar lo que haces, ser quien tú quieras ser, y demostrar a través de tu
baile un poco tu manera de sentir porque en el flamenco cada “palo”, es decir,
cada tipo de canción expresa algo, lo que te permite bailar inspirado y
realmente meterte en el baile, donde puedes llegar a perderte completamente. Hay
un dicho en flamenco que dice: “Porque la
vida sin amor no puede llamarse vida y el flamenco es amor”, creo que es
algo que solo los que bailamos con el corazón, lo entendemos.
¿Cómo fueron tus inicios en el flamenco y cómo ha sido
tu trayectoria durante todo este tiempo?
Comencé a los 5
años de edad y no he dejado de bailar desde entonces. En lo personal digo que
actualmente soy lo que soy en el flamenco gracias a mi mamá, quien fue la que
me insistió desde pequeña y me compró todo ese montón de trajes y zapatos para
motivarme, y poco a poco le fui agarrando amor al arte y vi que si me
esforzaba, obtenía un mejor lugar en las presentaciones, lo cual me gustaba
mucho (risas). Me fui esforzando más y más y probándome a mí misma, que sí
podía ser cada vez mejor y a pesar de que ahora, después de tanto tiempo
bailando, uno no se las sabe todas y siempre habrá cosas más difíciles de las
que tú ya te sabes, poco a poco vas mejorando y como dicen “la práctica hace al
maestro”, así que siempre fui constante en clases y ensayos, me dediqué a ser
“súper preguntona”, si algo no lo sabía. Ya tengo 15 años bailando.
¿Cuándo te diste cuenta de que el flamenco era tu
verdadera pasión? ¿Y cuál ha sido tu mayor logro hasta ahora?
A los 13 años me
di cuenta de que era buena y me dieron la oportunidad de empezar a bailar todos
los días, con la meta de lograr un puesto de profesora y eso me motivó
muchísimo, ver que tienes la oportunidad de enseñar algo que tanto amas. Empecé
a dar clases a las más chiquitas, y a medida que pasaban los años, eran más
grupos y más horas, llegué a bailar hasta 5 horas diarias. Luego pasé de grupos
de niñas pequeñas a dar clase a cualquier grupo de la academia. Mi mayor logro
ha sido poder inspirar a mis alumnas y ver esa carita de felicidad cuando les
sale un paso.
¿Qué sientes cuando estás en una presentación en el
escenario?
El público lo
hace todo, a mi parecer. A pesar de que siempre das todo en las tablas, cuando
hay un buen público te emocionas, o como se dice en flamenco “se te sale el
duende”. Es obvio que los nervios son impresionantes, pero eso lo combates poco
a poco. A veces puedes llegar a tener tanta adrenalina y emoción, que hasta se
te van las luces.
Cuéntame como fue la experiencia de participar en los
Premios Torbellino en su 5.ª Edición de la Competencia Nacional de Flamenco.
Fue en Caracas,
en noviembre del año pasado. ¡Fue lo máximo!, como una aventura, literalmente.
En octubre decidimos “lanzarnos al torbellino”. Participé en la categoría de Grupos
Adultos con la academia en la que estoy, y quedamos de tercer lugar a nivel
nacional. Es impresionante estar allí, ver otros grupos bailar, otros estilos
totalmente diferentes a los que estás acostumbrado a ver. Fue una experiencia
muy agradable para mí, y a pesar de que no obtuvimos el primer puesto, ser la
primera vez yendo a esa competencia y quitarle el tercer lugar a grupos que
tenían tiempo participando, para nosotros fue muy motivante. El esfuerzo, las
lágrimas y el sudor valieron la pena.
¿Cómo haces para llevar a cabo tu formación en flamenco
paralelamente a tus estudios universitarios en Medicina? ¿Ha sido difícil?
La verdad sí, ha
sido demasiado difícil. Cuando empecé la universidad sabía que no iba a tener
tiempo, faltaba mucho a mis clases de flamenco; personalmente, siento que sí me
afectó. En una presentación tuve que aprenderme la coreografía en una semana o
menos, pero hice lo imposible por ir adelante en la tarima y lo logré, pero fue
muy difícil, aunque al final valió a pena. Para mí el flamenco es como mi forma
de desahogo, cada quien encuentra su forma de desahogarse o expresarse y en mi
caso “darle a las tablas” libera la tensión que pueda tener y suelto todo. Ha
sido difícil, pero es cuestión de saber organizarse y distribuir el tiempo.
¿Qué mensaje enviarías a todas aquellas personas que se
están iniciando en el mundo del flamenco?
Que lo intenten,
que a pesar de que al comienzo es difícil y uno piensa que no le va a salir el
paso o que es imposible, la práctica hace
al maestro, darlo todo y ser siempre constante, pedir ayuda si no sabes
algo, que mientras tengas un buen maestro, este estará dispuesto a ayudar. Que
no se desanimen, el flamenco es un arte muy bonito y cuando uno llega a
conectarse con la canción, la guitarra, las castañuelas y sentir todo lo que da
el arte, en ese momento, uno de verdad surge.
Participantes de la Competencia Nacional de Flamenco 2015
de la Academia Malagueñas
Foto: Cortesía de María Alejandra Niño
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