Por Ángel Zambrano
Terminaba de abrochar los botones
superiores de mi camisa, mi cabello por fin parecía tener buen aspecto y mi
cámara se encontraba cargada, hice entonces una llamada telefónica a mi amiga
Marian, para confirmar a qué hora pasaría buscándome en taxi; entre risas me
confiesa haberse perdido y de tener a un estresado conductor dando vueltas en
las cercanías de mi casa, de esa ordenada manera, empezaba a moldearse aquel
sábado 02 de mayo por la noche.
Ya
estando listo, disfrutaba de una leve llovizna mientras esperaba en el umbral
de mi casa, el reloj estaba por marcar las 7:50 p. m. y mi compromiso daba
inicio a las 8:00 p. m. Bueno, así lo señalaba el afiche del evento al que
asistiría, este tuvo por título “Glitch” (entiéndase el término informático
como un error de programación), a efectuarse en la Quinta Lis. Se trataba de la
apertura a una exposición de arte con la presentación de diversos performance. Tras el pasar de cinco
minutos más, el taxi finalmente se encontraba frente mis pies, tratándose de
mí, se estaría hablando de una hora de salida digna, prácticamente impecable.
Ya en el auto, Marian con una tímida sonrisa me advierte que la carrera del
taxi sería más costosa de lo estipulado. “Bueno, tenemos viáticos” pensé al
tiempo que dibujaba una sonrisa, y le dije que no había problema, mientras
agradecía internamente a nuestra mecenas.
Durante
el camino al lugar Marian se veía entusiasmada, más de lo que esperaba: “¡¿Y cómo
es?! Siempre he tenido curiosidad por ir”, fue una de las frases que recuerdo
haber escuchado en el auto, como solo había ido una sola vez al lugar, no podía
asegurarle mucho sin ir más allá de lo que había observado, le respondí sin más,
con un “Es bonito, a mí me gusta”, mientras distraído me dejaba llevar por las
luces citadinas que se fundían en las gotas de lluvia reflejadas en la ventana
del taxi, luces que por un instante se vieron esfumadas, pues había
racionamiento eléctrico en la zona donde
se ubica la Quinta Lis.
Faltaban
15 minutos para las nueve de la noche, en penumbra nos recibió una silueta que
parecía ser del encargado de resguardar el portón del lugar, tras de él, se
asomó otra silueta de menor tamaño y de ropa aparentemente más colorida, era
Joséantonio Sánchez, dueño de la quinta, recibiendo con gusto a quien asistía;
al vernos, nos saludó de manera cordial, y bromeó diciendo: “Bueno, vivamos una
velada a la luz de la luna, mientras llega la electricidad”, debo resaltar que
la luna tenía un aspecto encantador aquella noche, luna llena y de un blanco
increíblemente pulcro.
Saludamos
al entrar a un pequeño grupo de personas, noté a mi derecha una gran tela
traslucida e instrumentos y a mi izquierda unos curiosos cuadros, podía apenas
apreciarlos, pues la casa estaba adornada por el albor de varias velas que
combatían la obscuridad. Nos sentamos en una de las mesas alumbradas
naturalmente por el satélite y fluyó una conversación amena, pedí una cerveza y
Marian pidió un té de especias, mientras me parecía risible el contraste de
nuestros pedidos, ella admitió disfrutar del té; conversamos y confesamos
planes de vida mientras saludábamos algunos conocidos que pasaban a nuestro
lado al tiempo que esperábamos la llegada de la luz, entre ellos, a Kevin
Corredor, que saludo de manera enérgica, como su personalidad lo permite.
Tras una hora y media de charla
aproximadamente, la electricidad se hizo presente, haciéndonos percatar que ya
no conformábamos un pequeño grupo quienes estábamos ahí, el aforo aumentó a una
cantidad satisfactoria de personas, dejamos pasar unos minutos más,
concentrados en nuestra conversación, al levantarnos de la mesa, me separé de
Marian, quien charlaba con sus conocidos del grupo Puropie, me dirigí a saludar
a Oscuraldo, artista plástico de estimable trayectoria, me comentó que estaría
encargado del bodypaint (pintaría a
Dayana Duarte, una integrante de Puropie, para su performance), me señaló una pintura compuesta por ramificaciones
que terminaban en ojos, un estilo “lovecraftniano”, a mi parecer, justo al
terminar la conversación, los asistentes se dirigieron a la sala, seguí la
corriente. ¡Pero si es que la tela seguía ahí! La banda invitada terminaba sus
preparativos detrás de ella, no puedo negar lo curioso que esto me tenía. Saqué
mi cámara y me dispuse a tomar unas cuantas fotos. En un punto, me dirigí a
Joséantonio, para presentarme cordialmente como cronista del Masato Cultural,
me recibió nuevamente con una actitud cortés.
Alrededor de las 11 p. m.
Joséantonio tomó un micrófono y presentó la programación, dio gracias a los
artistas, habló un poco sobre ellos, contó sobre la historia de la Quinta, y relató
sobre la relación que tuvo con sus padres; se veía muy comprometido con el
arte. Me tomé un rato para apreciar las obras de arte que formaban parte de la
exposición “Glitch”, tomé interés por las obras de Angeluz, no sabía nada de
esta artista, ya conocía el trabajo de Calavera; asimismo, mientras la banda
terminaba de prepararse tuve un rato para divertirme, charlé y bromeé junto con
Marian, la profesora Liz Pérez (es menester mencionar la resaltable visión
crítica y amor por la danza que posee esta artista) y Anger Montilva, otro
integrante de Puropie. Volví a visitar el rincón de Oscuraldo y Dayana para
apreciar el proceso, mucho más avanzado, podía apreciar cómo la obra plasmada
en el cuerpo de la joven bailarina también tomaba este aspecto que tanto me
recordaba a Lovecraft. De vez en
cuando compartía alguna “broma fotográfica” con Kevin.
Sin tiempo que perder, fueron
apagadas las luces y Eoncircus, banda que daría forma al alma que portaba la
noche, empezó a tocar, simultáneamente una diapositiva de figuras geométricas y
colores psicodélicos empezó a proyectarse sobre la delgada tela que les
separaba del público, una idea escenográfica tan simple y efectiva como
plausible, pude percibir en sus composiciones un género experimental meramente,
se dedican a interpretar música instrumental, no puedo definirlo de otra forma,
enfoqué mi atención en la técnica de la guitarra y el bajo, pues observé mayor
protagonismo en su composición para estos dos instrumentos, compartía
comentarios con Alvaro Smith, baterista de Valeria y amigo de la Quinta Lis.
El
cronograma transcurriría de manera corrida, apenas terminó el protagonismo de
Eoncircus, vendrían a musicalizar la poesía que pasarían a recitar Oscar Vivas,
Aracely Flores, Porfirio Parada y Eduardo Fernández, cada uno se tomó de tres a
cinco minutos, debo admitir que tengo un peculiar gusto por el recitar de
Aracely, me recuerda un poco a la voz criolla que aún grita ser escuchada, si
lo puedo definir de alguna forma, la banda acopló un estilo melódico distinto
para cada poeta, un elemento que pude apreciar con gusto. Tras finalizar el
segmento de poesía, hubo una pausa no muy prolongada, que podría definir como
el “fin de la primera etapa”. Los integrantes de Puropie se estaban preparando,
mi infaltable ansiedad tomó mis nervios, pues la danza contemporánea me parece
la forma más directa en la que el hombre se puede tornar arte, siendo el mismo
la expresión.
Un silencio abrigó a los
presentes y todos dirigieron sus miradas al patio de la Quinta, donde Anger
Moncada yacía de pie, sin prendas superiores y con un pantalón beige, los más observadores podían
percatarse de que la profesora Liz Pérez se encontraba al otro extremo de
Anger, de pie como él, moviendo sus brazos muy despacio, como él.
Puropie
se estaba haciendo sentir, eran Liz y Anger dando forma a una coreografía en
dúo, se sentía fluida, pero firme ¡Cómo amo la danza!, su trayectoria les llevó
al interior de la casa, donde Eoncircus ejecutaba una composición perfecta
¿estaba ante una sinestesia?, me apresuré a ingresar cuando mi delgado cuerpo
fue insuficiente para crear espacio y se me bloqueó la entrada por el resto de los
espectadores. En mi vida, no había sentido mi estatura insuficiente hasta ese
momento. El resto de integrantes de Puropie se acoplaba a la coreografía, y si
lo que podía distinguir entre las personas que obstruían la vista a través de
las ventanas eran sus siluetas, ya estaba siendo afortunado, pude observar
movimientos rápidos y fluidos, además de una coordinación exacta con la música.
Al
finalizar, entre los bulliciosos aplausos que se apagaban lentamente, fui
llamado por unos amigos, quienes me pidieron el favor de que les tomara una
fotografía, pude ver como se despejaba la entrada por un leve momento, me sentí
confiado entonces, sin embargo, siguiendo la modalidad de presentación continúa,
llevada a cabo en el evento, la próxima en entrar a escena, en seguida, era
Dayana Duarte ¡La vi siendo pintada! Sentí una peculiar responsabilidad por
esto. ¡No podía perderme esto! Rápidamente busqué hacerme un lugar, sin
conseguir lamentablemente algo mejor que un espacio entre las personas que se
me adelantaron en la entrada de la morada, su presentación tuvo una duración
aproximada de cuatro minutos, el bodypaint
de Oscuraldo parecía formar parte de sus movimientos, debo admitir que Puropie
posee un enorme talento, talento destacable dentro de este esta región. Una vez
más, llovieron aplausos, Eoncircus cumplió con un excelente trabajo ambientando
cada coreografía.
El
entorno poco a poco se atenuaba, el contexto empezaba a sentirse descansado,
Marian empezó a mostrar agobio por exceso de tranquilidad y falta de programa,
su cara exhausta, de una cronista agotada y post día ajetreado, me causó
gracia, por tal motivo, le bromeé un poco, insinuándole el hecho de que se
podía dormir, era aproximadamente la 1:40 a. m., me dediqué un rato a bromear y
a compartir, jugué un rato con el tomar fotografías en grupo, admito haberme
divertido de manera desbordada en aquel momento. Recibí una llamada por parte
de un grupo de amigos, advirtiéndome de lo joven que era la noche y
preguntándome qué planes nos aguardaban, invité a Marian, lo cual la despertó
de golpe. Se dirigió a Joséantonio y se despidió.
No
esperamos mucho tiempo, un auto nos esperaba fuera de la quinta, nos íbamos
satisfechos tras consumir arte bien ejecutado, ¿a qué puedo referirme con bien
ejecutado? Seres humanos se expresaron con éxito aquella noche, nos hicieron
sentir su mensaje, su trabajo, y con agradecimiento, alabo su labor. Un rato
que amaría repetir, esta vez sin perderme ni un solo segundo de performance.
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