sábado, 20 de junio de 2015

El cine evoluciona en Mérida

Por: Jesús Baclini

Promoción del Festival| Foto: Web
Del 07 al 11 de junio, la ciudad de Mérida fue testigo de cómo el cine venezolano ha cambiado desde sus inicios, y en palabras de invitados, participantes y organizadores, recopilamos impresiones del Festival de Cine Venezolano.

En la XI edición del Festival del Cine Venezolano de Mérida, se logra entrever el avance del cine nacional, que en enero de este 2015 celebró 118 años desde su inicio. Con la premisa “El cine evoluciona en Mérida” y un Charles Darwin con lentes de visión 3D como representante de esta edición, determinó la intención de los organizadores: anunciar y fortalecer el avance que la industria cinematográfica ha alcanzado en los últimos años, así como el aumento de la cantidad de películas estrenadas por año (que para este 2015 se espera sea de 43), más el incremento de la venta de boletería en las salas de cine (que el año pasado, en películas venezolanas, alcanzó los 2.097.208 espectadores), y de la cantidad de óperas primas, que para este festival eran 9 de las 11 que estaban en competencia, cifras que indican que la industria crece, y crece tanto en realizadores como en espectadores.

“El festival no solo ha influido, sino pateado el cine venezolano, moviendo más estudiantes, más escuelas, más divulgación, más técnicos. Hoy día tengo tantas historias de estudiantes que han venido al festival  y han hecho coproducciones, entre diferentes estados, y son cosas que no hubiesen pasado si el festival no existiese”, comenta Karina Gómez Franco, directora del festival, quien acotó además que “es muy importante apoyar los festivales regionales, porque apoya a la gente de las regiones a hacer cine, a abocarse, a estudiar, porque nosotros somos un festival regional, pero somos el más importante del país por la trascendencia nacional e internacional que tenemos, y es por la visión que tenemos de cómo hacer las cosas.”

Al conocer la voz de quien ha conformado desde siempre el comité organizador del festival, nos damos cuenta de la importancia del público y de los realizadores por igual, juntos en la lucha que conlleva el avance y desarrollo del cine en el país. Continuando con sus palabras, menciona que cuando iniciaron con el festival, no existían festivales en el país, no había ninguna referencia, solo referencia de festivales anteriores, pero de hacía 15 años, así que arrancamos de cero, el primer festival se hizo pensando en que se haría cada dos años, pero al finalizar la primera edición se dieron cuenta que tenían otros ocho largometrajes en competencia para el año siguiente, y hacer un festival con 16 películas en competencia por tres días era algo inviable, entonces decidieron hacerlo al siguiente año, y la consecuencia es que el festival se presenta ahora cada año, con una base que no baja de 10 películas en competencia por edición.

“El festival no solo ha influido,
sino pateado el cine venezolano”

Por otra parte, José Salaverría, realizador audiovisual, invitado al festival a dar a conocer medios de autogestión cinematográficos, nos da sus impresiones respecto a la trayectoria del festival, alegando que “ha traído una competencia, las personas intentan superarse cada vez más, el nivel de cine ha mejorado muchísimo, y es un espacio donde todo el mundo se conoce, por ejemplo, yo conocí a mi guionista en un festival, entonces, que nos juntemos los realizadores a hacer cine es lo mejor, el festival es una plaza donde todos nos podemos conocer, interactuar, y crecer como gremios, no estar tan sectorizados”, en la misma dirección, José Medina, presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela de Medios Audiovisuales de la Universidad de Los Andes, asegura: “el festival de cine para mí es una vitrina, como tener un termostato que indique cómo está el audiovisual en Venezuela porque reúne personas de gran importancia en la industria del país, también hay las muestras de cine, largometrajes o producciones de alto presupuesto como también muestras de cortometrajes, y de universidades que se encargan de hacer cine en Venezuela, formando a los estudiantes, y los talleres, entonces se puede ver dónde estamos parados”.

Carolina Rodríguez, productora de animación y fundadora de Lulo Motion opina: “Yo pienso que toda iniciativa de producción, de difusión, de intercambio, de espacio para que la gente se conecte y conozca lo que hacen otros, y aparte como plataforma del cine venezolano, es totalmente positivo para el país, y creo que este festival, porque hay muchos otros, ha hecho una labor bastante importante dentro de lo que todo esto ha significado”, comenta, continuando con que el festival “es uno de los más importantes, sobre todo porque Mérida viene con una tradición desde la Escuela de Medios Audiovisuales, que ha sido cuna de grandes cineastas, pensadores e intelectuales, igualmente en el campo de la animación.”

La otra parte

En contraste con lo antes planteado, en el ámbito del cine siempre serán recurrentes las situaciones y aspectos a mejorar, como explica la propia Karina, quien supone que errores hay “muchísimos, yo veo huecos y  malas costuras por todos lados, la verdad es que soy una workaholica horrible, entonces, yo percibo el festival como una cosa íntegra y me molesta mucho conseguirle huecos, remates mal hechos, o costuras hechas a mano cuando pueden ser hechas a máquina. Todos los años hay cosas que superar. Anoche le comentaba a alguien que al paso que íbamos, nos faltaban unos 20 años para hacer un festival bien, y por eso nos esmeramos.”

Karina Gómez Franco| Foto: Ángel Zambrano

En esta misma línea se suma Medina, quien comparte puntos a mejorar del propio festival, cuestionando el hecho de que los itinerarios y cambios en el programa son recurrentes, y muchas veces la información de los mismos, o de los aspectos generales del propio festival son de difícil acceso o inaccesibles en muchos casos, a la vez que indica la falta de cines en Mérida, en comparación a otros estados del país, “aunque es algo que se escapa de las manos del propio festival”, reconoce.

Muchas de las situaciones que se le presentan a quienes conforman un nuevo proyecto, incluso a propuestas como este festival, con 11 años de trayectoria, es la situación por la que está atravesando el país, como menciona Salaverría: “El festival ha mejorado mucho, ha tenido momentos buenos y malos, pero también considero que es depende de cómo esté el país en ese momento, porque el país a veces puede estar en una situación en la que puede haber un festival y a veces no”, pero estos indicadores nos muestran un camino, un sendero que poco a poco va abriéndose paso hacia el avance, y que a pesar de lo que se pueda presentar, lo que representan 90 proyecciones y más de 15 talleres en solo tres días de desarrollo del festival, son muestra de que hay gente dispuesta a seguir trabajando y proponiendo nuevos horizontes que alcanzar.

En palabras de la propia Karina, vemos esa “evolución” de la que fue testigo Mérida este año: “Nosotros arrancamos este festival con el eslogan ‘Vaya al cine, compre su ticket y vea cine venezolano’, y recuerdo que para ese tiempo las personas no iban a las salas de cine a eso, pero con la promoción, con el ruido, la gente empezó a interesarse, tanto así que 3 años después tuvimos una película con 3 millones de espectadores, como lo fue La hora cero, hoy en día las películas van desde 700 mil hasta 1,5 millones de espectadores, o sea que evidentemente, con las políticas del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), el impulso que el festival le ha dado al cine, la cantidad de prensa y divulgación que tenemos, que es una de nuestras prioridades, y los encuentros con los estudiantes de todas las universidades, creo que, hoy en día, el llegar al público es como una prueba superada.”


El futuro del área audiovisual en el país es algo que no se puede predecir, pero el camino tiene un portal prometedor, y encuentros como este festival son los que permiten que el ancho y el largo de esta ruta, difícil pero satisfactoria de construir y recorrer, se expandan cada vez más, descubriendo e innovando el qué y el cómo se cuenta, se muestra y se vive la experiencia cinematográfica, desde la realización hasta la recepción del público. Las nuevas generaciones tienen algo que contar, y las más experimentadas tienen algo que enseñar, y el festival de Mérida es un lugar para que todo esto siga siendo posible.

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