Por: Jesús Baclini
Promoción del Festival| Foto: Web |
Del
07 al 11 de junio, la ciudad de Mérida fue testigo de cómo el cine venezolano
ha cambiado desde sus inicios, y en palabras de invitados, participantes y
organizadores, recopilamos impresiones del Festival de Cine Venezolano.
En
la XI edición del Festival del Cine Venezolano de Mérida, se logra entrever el
avance del cine nacional, que en enero de este 2015 celebró 118 años desde su
inicio. Con la premisa “El cine evoluciona en Mérida” y un Charles Darwin con
lentes de visión 3D como representante de esta edición, determinó la intención
de los organizadores: anunciar y fortalecer el avance que la industria cinematográfica
ha alcanzado en los últimos años, así como el aumento de la cantidad de
películas estrenadas por año (que para este 2015 se espera sea de 43), más el incremento
de la venta de boletería en las salas de cine (que el año pasado, en películas
venezolanas, alcanzó los 2.097.208 espectadores), y de la cantidad de óperas
primas, que para este festival eran 9 de las 11 que estaban en competencia, cifras
que indican que la industria crece, y crece tanto en realizadores como en
espectadores.
“El
festival no solo ha influido, sino pateado
el cine venezolano, moviendo más estudiantes, más escuelas, más divulgación, más
técnicos. Hoy día tengo tantas historias de estudiantes que han venido al
festival y han hecho coproducciones,
entre diferentes estados, y son cosas que no hubiesen pasado si el festival no
existiese”, comenta Karina Gómez Franco, directora del festival, quien acotó además
que “es muy importante apoyar los festivales regionales, porque apoya a la
gente de las regiones a hacer cine, a abocarse, a estudiar, porque nosotros
somos un festival regional, pero somos el más importante del país por la
trascendencia nacional e internacional que tenemos, y es por la visión que
tenemos de cómo hacer las cosas.”
Al
conocer la voz de quien ha conformado desde siempre el comité organizador del
festival, nos damos cuenta de la importancia del público y de los realizadores por
igual, juntos en la lucha que conlleva el avance y desarrollo del cine en el
país. Continuando con sus palabras, menciona que cuando iniciaron con el
festival, no existían festivales en el país, no había ninguna referencia, solo
referencia de festivales anteriores, pero de hacía 15 años, así que arrancamos
de cero, el primer festival se hizo pensando en que se haría cada dos años,
pero al finalizar la primera edición se dieron cuenta que tenían otros ocho
largometrajes en competencia para el año siguiente, y hacer un festival con 16 películas
en competencia por tres días era algo inviable, entonces decidieron hacerlo al
siguiente año, y la consecuencia es que el festival se presenta ahora cada año,
con una base que no baja de 10 películas en competencia por edición.
“El festival no
solo ha influido,
sino pateado el cine venezolano”
Por
otra parte, José Salaverría, realizador audiovisual, invitado al festival a dar
a conocer medios de autogestión cinematográficos, nos da sus impresiones
respecto a la trayectoria del festival, alegando que “ha traído una
competencia, las personas intentan superarse cada vez más, el nivel de cine ha
mejorado muchísimo, y es un espacio donde todo el mundo se conoce, por ejemplo,
yo conocí a mi guionista en un festival, entonces, que nos juntemos los
realizadores a hacer cine es lo mejor, el festival es una plaza donde todos nos
podemos conocer, interactuar, y crecer como gremios, no estar tan sectorizados”,
en la misma dirección, José Medina, presidente del Centro de Estudiantes de la
Escuela de Medios Audiovisuales de la Universidad de Los Andes, asegura: “el
festival de cine para mí es una vitrina, como tener un termostato que indique
cómo está el audiovisual en Venezuela porque reúne personas de gran importancia
en la industria del país, también hay las muestras de cine, largometrajes o
producciones de alto presupuesto como también muestras de cortometrajes, y de
universidades que se encargan de hacer cine en Venezuela, formando a los
estudiantes, y los talleres, entonces se puede ver dónde estamos parados”.
Carolina
Rodríguez, productora de animación y fundadora de Lulo Motion opina: “Yo
pienso que toda iniciativa de producción, de difusión, de intercambio, de
espacio para que la gente se conecte y conozca lo que hacen otros, y aparte
como plataforma del cine venezolano, es totalmente positivo para el país, y
creo que este festival, porque hay muchos otros, ha hecho una labor bastante
importante dentro de lo que todo esto ha significado”, comenta, continuando con
que el festival “es uno de los más importantes, sobre todo porque Mérida viene
con una tradición desde la Escuela de Medios Audiovisuales, que ha sido cuna de
grandes cineastas, pensadores e intelectuales, igualmente en el campo de la
animación.”
La otra parte
En
contraste con lo antes planteado, en el ámbito del cine siempre serán
recurrentes las situaciones y aspectos a mejorar, como explica la propia
Karina, quien supone que errores hay “muchísimos, yo veo huecos y malas costuras por todos lados, la verdad es
que soy una workaholica horrible,
entonces, yo percibo el festival como una cosa íntegra y me molesta mucho
conseguirle huecos, remates mal hechos, o costuras hechas a mano cuando pueden
ser hechas a máquina. Todos los años hay cosas que superar. Anoche le comentaba
a alguien que al paso que íbamos, nos faltaban unos 20 años para hacer un
festival bien, y por eso nos esmeramos.”
Karina Gómez Franco| Foto: Ángel Zambrano |
En
esta misma línea se suma Medina, quien comparte puntos a mejorar del propio
festival, cuestionando el hecho de que los itinerarios y cambios en el programa
son recurrentes, y muchas veces la información de los mismos, o de los aspectos
generales del propio festival son de difícil acceso o inaccesibles en muchos
casos, a la vez que indica la falta de cines en Mérida, en comparación a otros
estados del país, “aunque es algo que se escapa de las manos del propio
festival”, reconoce.
Muchas
de las situaciones que se le presentan a quienes conforman un nuevo proyecto,
incluso a propuestas como este festival, con 11 años de trayectoria, es la
situación por la que está atravesando el país, como menciona Salaverría: “El
festival ha mejorado mucho, ha tenido momentos buenos y malos, pero también
considero que es depende de cómo esté el país en ese momento, porque el país a
veces puede estar en una situación en la que puede haber un festival y a veces
no”, pero estos indicadores nos muestran un camino, un sendero que poco a poco
va abriéndose paso hacia el avance, y que a pesar de lo que se pueda presentar,
lo que representan 90 proyecciones y más de 15 talleres en solo tres días de
desarrollo del festival, son muestra de que hay gente dispuesta a seguir
trabajando y proponiendo nuevos horizontes que alcanzar.
En
palabras de la propia Karina, vemos esa “evolución” de la que fue testigo Mérida
este año: “Nosotros arrancamos este festival con el eslogan ‘Vaya al cine,
compre su ticket y vea cine venezolano’, y recuerdo que para ese tiempo las
personas no iban a las salas de cine a eso, pero con la promoción, con el ruido,
la gente empezó a interesarse, tanto así que 3 años después tuvimos una
película con 3 millones de espectadores, como lo fue La hora cero, hoy en día las películas van desde 700 mil hasta 1,5
millones de espectadores, o sea que evidentemente, con las políticas del Centro
Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), el impulso que el festival le ha
dado al cine, la cantidad de prensa y divulgación que tenemos, que es una de
nuestras prioridades, y los encuentros con los estudiantes de todas las
universidades, creo que, hoy en día, el llegar al público es como una prueba
superada.”
El
futuro del área audiovisual en el país es algo que no se puede predecir, pero
el camino tiene un portal prometedor, y encuentros como este festival son los
que permiten que el ancho y el largo de esta ruta, difícil pero satisfactoria
de construir y recorrer, se expandan cada vez más, descubriendo e innovando el
qué y el cómo se cuenta, se muestra y se vive la experiencia cinematográfica,
desde la realización hasta la recepción del público. Las nuevas generaciones
tienen algo que contar, y las más experimentadas tienen algo que enseñar, y el
festival de Mérida es un lugar para que todo esto siga siendo posible.
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