Por: Brendy Briceño
17 de abril, otro día a la semana y, como es habitual, a clases. La rutina de siempre: llegué a la universidad para mi clase de Historia Política, como era viernes, no es extraño la poca presencia de mis compañeros. Por suerte salí más temprano, algo que agradecí, pues tenía que llegar a tiempo para mi turno en la peluquería.
Ese día era el Táchira Emergente Fashion Show, un evento organizado por Masato Cultural, y yo iba a participar. Ya a las 12 del mediodía me empezaron a cepillar el cabello. Se escuchaba en el fondo la voz chillona de las estilistas diciendo “para ser bella hay que ver estrellas”, mientras reían. Luego me maquillaron, ¡me encantó el maquillaje!, me sentía como Kate Moss, lista para la pasarela. Vi el reloj y entré en pánico cuando vi que las agujas marcaban las 2:40 p.m. Comencé a preocuparme, pues odio ser impuntual.
Camino a la pasarela
Entre la angustia por la hora y ausencia de taxis disponibles traté de no recordar que ya se hacía tarde. Al mediodía, las colas son terribles y lo peor de todo es que el transporte escasea, tampoco decidí llamar a alguna línea pues suelen demorarse mucho más.
Luego de unos 15 minutos esperando, por fin me dirigía al Sambil, donde se llevaría a cabo el evento de moda. El taxista no dejaba de mirarme de reojo por el retrovisor (sí, me sentía incomoda). ¡Al fin, llegué! Y empecé a recorrer el centro comercial pues no hallaba el lugar, fueron por lo menos tres vueltas, de repente, a lo lejos de la feria de comida, vi la pasarela. Fue un gran alivio, pero a la vez sentía mi demora.
A pocos metros para llegar observé el tablón de madera por el cual desfilaríamos, y no lo niego, me deprimí un poco, pues era muy pequeño y parecía estar un poco inestable. Decidí no pensar en ello, me fui directo al camerino mientras observaba a mí alrededor el alboroto de los organizadores. “Si llegan tarde, están fuera”, gritaban mis compañeros porque era el suceso más grande que han hecho hasta ahora. Los nervios hacen que no midamos nuestras palabras.
Al entrar, lo primero que vi y pensé fue: ¡Hay demasiada gente en este lugar! El calor era intenso y volaban camisas por el techo, chicas semidesnudas y otras tomándose fotografías. Muchas de las modelos no estaban listas y ya eran casi las 3:30 p.m. Vi a Rebeca, una de las organizadoras del evento y compañera de clases, un poco agitada. La entiendo, yo hubiera estado igual o peor.
Gran parte de los modelos fueron muy impuntuales, además, llegaban con la cara lavada y el cabello mojado. Me sentí aliviada, pues no llegué tarde como pensaba y ya estaba preparada para ponerme mis tacones.
Paul, otro de los organizadores, estaba algo angustiado porque aún no estaban presentes algunos diseñadores. La impuntualidad es normal en este tipo de eventos, o al menos a los que he asistido. Salir del camerino fue la mejor sensación hasta entonces, pues, en el interior, la temperatura y las personas, de un lado para otro, me estaban empezando a irritar.
Sin embargo, no fueron más de nueve minutos de aire fresco, cuando Paul y Receba dijeron que debíamos estar adentro ya todos. El lugar era pequeño y con tanta gente el calor era desesperante. Ese día los tacones se volvían un enemigo mortal para los pies. La espera se hacía larga, eran muchos modelos quienes esperaban su turno para salir a la pasarela.
Esperando en tacones
Cuando ya eran las cuatro de la tarde el evento habría iniciado, o quizás un poco antes. ¡Qué felicidad!, fue lo que pasó por mi cabeza. Un hombre de baja estatura estaba pendiente de la salida de los modelos, quería estar lo más cerca de él para estar lista cuando fuera mi turno. En el entorno había un poco de discusión, pues varios de los diseñadores no llegaron a tiempo y comenzaron a salir los que ya estaban.
Pregunté preocupada: “¿Y, Oh la la?”; Rebeca, con cara de preocupación me dijo: ¡No sé, no llegaron! Ella estaba muy agitada por la irresponsabilidad de unos tantos.
Como es un evento organizado, suele ser habitual mantener un orden en las salidas, lo cual no se cumplió al pie de la letra. Sin embargo, el show continúo, nada detuvo al Táchira Emergente.
Cuando ya por fin vi que le tocaba modelar a la colección de Pierina Accesorios, una diseñadora tachirense, me alegré bastante, pero entre una cosa y la otra, no se sabía quién sería la primera y quién la última, por lo tanto, Pierina me dijo: “Sal tú de primera”.
El momento llegó
En seguida, el señor exclamó: “¡Sube, que vas tú!” Fue algo abrumador, quizás fue hasta molesto la forma en la que se dio todo en la primera salida, tanto que olvide las indicaciones que Pierina me había dado, por lo que solo camine al final y regresé.
Cuando iba dando los primeros pasos, sentí las miradas de muchas personas (el lugar estaba repleto), solo imaginé que de esas personas, por los menos el 80%, estaba criticando… suele ser habitual, conozco muy bien ese mundo. En ese momento lo único que pensaba era que la profesora Marisol me está viendo. Mi sentido común me decía: ¡Brendy, hazlo bien!
Cuando volví al camerino me sentí muy molesta conmigo misma por olvidar tan básica pasarela, pero decidí no prestarle mucha atención. Empecé a disfrutar cómo se acercaba el final, después de varias muestras de colecciones de accesorios y de ropa con diferentes estilos, entre ellos: Yhony Garcia, Jairo Carvajal, Pierina Accesorios, Drop, Mayra Rori, Valeria Santoro, Violett, Keysi Morales, Cynthia Pernia, Toches Estampados, Oh la la, Andrea Valbuena, y Cesar Gonzales.
Por fortuna, debo admitir mi admiración: el lugar siguió tan repleto como en su inicio.
Gran cierre en pasarela
El mejor momento, sin duda, fue cuando las chicas de Pata de Gallo me dijeron que ya casi venía su colección. Eso solo significaba un mensaje: como eran las últimas, debíamos estar listas. Ya era el final, el último desfile. Salí a modelar con esa bella falta vinotinto, algo fuera de lo común con lo que suelo usar. Olvidé a la gente y lo que pensaría, solo me dediqué a modelar y a disfrutar del momento.
Todo salió muy bien, a los asistentes les gustó la temática de la actividad. Salí del camerino y escuché buenos comentarios. Me alegró mucho saber que Masato Cultural había logrado con éxito su objetivo, a pesar de algunos intermedios.
El modelaje es parte de mi vida. Estar en tacones frente a muchas personas es algo que hago desde hace bastante tiempo, sin importar las críticas. En la pasarela se olvida todo, y en aquella tarde no fue la excepción… aquella tarde de Táchira Emergente Fashion Show.
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