domingo, 17 de julio de 2016

Por: Dartly Dayana Santander Soto

Participantes a la videoconferencia dictada por Marcel del Castillo
Foto: Cortesía de Funcrearte
“El fotógrafo debe desafiar las leyes de lo probable, de lo posible y de lo interesante”, esta frase, original del semiólogo francés Roland Barthes, fue citada por Marcel del Castillo, para reflexionar acerca del oficio, en una videoconferencia a su cargo que tuvo por nombre El ejercicio autoral en la fotografía.

La ponencia se llevó a cabo el pasado viernes, 15 de julio, desde las 2 hasta las 5 de la tarde en las instalaciones del edificio Valle Santiago en San Cristóbal. Asistieron 30 personas entre ellos fotógrafos, diseñadores y estudiantes de Comunicación Social.

Del Castillo es fotógrafo independiente, reconocido internacionalmente. Actualmente, es editor en jefe de la Galería de Arte Fotográfico (Espacio GAF), director del Festival de Fotografía de Venezuela y docente de Fotografía Contemporánea en Lassage College International en Monterrey.

El experto realizó una exposición, en la cual exhibía, por medio de fotos, el progreso de esta actividad artística desde inicios del siglo XX hasta nuestros días. A medida que cada imagen era presentada explicaba diferentes movimientos, entre ellos: la Fotografía Directa, la Nueva Objetividad, la Fotografía Subjetiva y la Fotografía Contemporánea y nombraba varios exponentes de este arte, como lo fueron: Walker Evans, Berenice Abbott, Joseph Bellocq, Otto Steinert, Ignacio López, Luis González Palma, entre otros.

Una de los aprendizajes en los que más hizo énfasis Del Castillo fue en la foto como un medio para expresar ideas, sentimientos e historias. El tema es una prioridad más allá de la técnica.

La organización del evento estuvo a cargo de Funcrearte, Fundación Párpado Elocuente y Espacio GAF. Constanza Tallaferro, presidenta de Funcrearte, mencionó estar satisfecha con el desarrollo de la actividad. Además, aprovechó para invitar a un taller de fotografías de postres que se realizará en el mismo lugar el sábado 13 de agosto.

Sigue a los organizadores a través de sus redes:

@funcreartevzla
@parpadoelocuente 
@valle_cafe

sábado, 16 de julio de 2016

Por María Becerra
Cuando la pasión, el interés y el compromiso por cuidar la salud humana se entretejen con el contexto histórico-social, emerge un personaje colmado de experiencias valiosas como el Dr. Gonzalo Villamizar. Nació en el año 1924 en las montañas de Rubio del estado Táchira. Presenció, con una mirada crítica, las duras etapas que azotaron a Venezuela, sin duda, las dictaduras. Gracias a sus maestras de primaria que le enseñaron las proezas de Simón Bolívar, Villamizar aprendió la importancia y el sentido del derecho a la libertad. Egresó de la Universidad de Los Andes como médico el 21 de julio de 1951 –fecha que recuerda con notoria nostalgia, se especializó, luego, en cardiología. Compartió sus conocimientos y vivencias en la publicación de seis obras de diferentes índoles, como lo son El liceo Simón Bolívar y su promoción cincuentenaria (1940 – 1945); Breve historia de la cardiología en Venezuela; Quinientos años de historia; Venezuela, cuatro épocas; PDVSA, crónicas tachirenses; Cuatro genios, batallas de Venezuela.

El autor pertenece a la Asociación de Médicos Escritores de la Federación Médica Venezolana, al Círculo de Escritores de Venezuela, a la Fundación Liceo Simón Bolívar y a la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Gracias a su notoria trayectoria, recibió el apoyo y afecto de diversos historiadores como Guillermo Morón, Agustín Blanco Muñoz y del difunto expresidente Ramón J. Velásquez.

Su octavo libro, Cuatro genios batallas de Venezuela, obtuvo el premio literario Andrés Eloy Blanco. Hoy, el médico y escritor continúa brindando su mirada de la sociedad, buscando contribuir con la mejora de la situación actual. Invitamos al lector a disfrutar en los siguientes párrafos del apasionado de Bolívar y su legado, Gonzalo Villamizar.  



¿Por qué eligió convertirse en médico y especializarse en la rama de la cardiología? 

Mis padres se casaron en enero de 1922. Siguiendo con la tradición, un loro sacó un papelito donde sentenciaba que tendrían un único hijo y que, además, sería médico. Ambos presagios se cumplieron a pesar de la ausencia de los recursos financieros. Pueden llamarlo como quieran, fábula o misterio.  Viví en Delicias, un pueblito cercano al río Táchira, allí presencié escenas de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Veía a los presos que provenían de las aldeas vecinas, atados y en fila, eran conducidos por soldados rumbo a las prisiones de Puerto Cabello, Maracaibo, La Guaira o Caracas. Recuerdo que los chicos corríamos en un palo gritando “llegó la revolución, vamos pal monte”.

“Vimos  a Juan Pablo Peñaloza, eterno guerrillero contra Gómez, pasar encadenado
En mis vacaciones universitarias de 1947 trabajé en las aldeas del municipio Delicias, hoy Urdaneta, por el partido de Acción Democrática (AD), pero la región era dominada por el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI). Mi vida corría peligro. Los campesinos mostraban escapularios con la figura de Rafael Caldera, en plena montaña, me protegían dos policías. Es posible que tanto sobresalto haya influido en la decisión de especializarme en cardiología. En uno de mis libros desarrollé una tertulia con mi corazón, ahí vierto gratitud y admiración por el órgano que alimenta la vida de treinta y siete billones de células humanas. Mi amigo se ha portado bien conmigo para permitirme llegar a los 92 años.

Siendo médico ¿qué le motivó a incursionar en el mundo de la literatura? 

En primaria, las maestras me privilegiaban en eso de usar a menudo papel y lápiz. A mis diez años, una de ellas escribió un discurso que memoricé para un acto público en donde se elogiaba a Juan Vicente Gómez, oratoria que me hicieron consignar en escritura. Recuerdo como una decisiva influencia en mi infancia la diaria tarea de mis profesoras de tercer y cuarto grado, quienes rendían culto a Simón Bolívar; en el aula junto a la pared tenían una mesa adornada, en el centro, su figura y antes de iniciar las clases debíamos ponernos de pie e inclinarnos hacia él para decir “buenos días, padre Libertador”.

Los jóvenes soldados, con gusto, desfilaban junto a nosotros cada siete días frente a la efigie de Simón Bolívar, en la placita del pueblo inmediata a la escuela. Poseo diez retratos grandes, reproducción de los mejores pintores, para rendirle culto en mi casa. En uno de mis libros dedico doce páginas al Libertador, tras haber leído algunas de las mejores obras que biografían su vida. Mi pasión por la literatura y la historia se inicia con él.

“Se lleva en las neuronas la capacidad para que cada persona realice una determinada actividad en su vida”

Sus obras se inclinan hacia temas y procesos históricos del país, ¿por qué? 

La dedicación a los temas históricos inicia con las enseñanzas de mis siempre recordadas maestras de primaria. En el pueblo solo había estudios hasta cuarto grado, por lo cual en agosto de 1935 me trasladé a San Cristóbal. En diciembre muere Juan Vicente Gómez, la ciudad y el país se estremecieron. Fue un gran impacto, los viejos, arrodillados, imploraban a Dios protección ante el recuerdo del infierno de las guerras civiles, no se percataban de que la tiranía de 35 años fue el pago a 73 años de guerras. Los jóvenes y adultos saltábamos llorando de grata emoción y gritando “¡libertad, libertad, democracia!”. Con fervores de observador pude captar este gran momento de la república, me sentía cada vez más atraído por los fenómenos históricos.

Debo agregar las enseñanzas de historia impartidas por mi fraterno amigo, Ramón J. Velásquez, en el liceo Simón Bolívar de San Cristóbal. También, la influencia del mártir de la democracia venezolana, el doctor Leonardo Ruiz Pineda, guía de los jóvenes de mi época.

“Ambos próceres de nuestra democracia habían sido expulsados del Liceo Simón Bolívar por la tiranía gomera”

Ud. fue perseguido en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, ¿qué influencia tuvo esto en su vida? ¿Acaso condicionó su postura como escritor?

Evitamos parecer como héroes porque la persecución de aquel régimen fue contra todo lo universitario (con situaciones similares a la actualidad) y yo fui una víctima más, escapando de la muerte en tres ocasiones.

Inicié como médico rural en Santa Cruz de Mora en agosto de 1951. En 1952 ganó las elecciones Jóvito Villalba. En ese momento, me llegó un telegrama de destitución emitido por el gobernador del estado Mérida, esperaba retirarme en el transcurso de unos días, pero un amigo por vía telefónica me informó que una comisión de la Seguridad Nacional estaba en mi búsqueda. Inmediatamente, emprendí la retirada hacia Caracas en avión y allí pude esconderme por ocho meses.

Se inició una nueva etapa en mi vida profesional, amparado por el Ministerio de Sanidad la mayoría de veces. En Boconó fui destituido por segunda vez, decidí viajar de nuevo a Caracas, pero me recomendaron no salir solo, un amigo me acompañó. Esa noche, una camioneta de la famosa Seguridad Nacional nos interceptó, al notar que tenía compañía, se retiraron; José Pinto Salinos no corrió con la misma suerte y así fue asesinado.

La tercera vez sucedió en una reunión social que tuvo lugar entre la carretera de Carora y Barquisimeto. A la media noche, el capitán Chacón, jefe de la Seguridad Nacional de Carora, se levantó en plena cena y de pronto me dijo apuntándome con su revólver  “Se pone de pie y rinde homenaje al retrato de mi general presidente, o, si no, ¡le disparo!”. Le dije “¡cobarde, dispara!” pero no se atrevió hacerlo, se retiró de inmediato. Cuando me disponía a salir, un muchacho me avisó que Chacón y su banda me esperaban en una curva. Regresé a Carora al mediodía, media población conocía la noticia. Seis meses después, el capitán estaba el borde de la muerte debido al cáncer de estómago, me llamó y pidió perdón. Conmovido, besé su frente con un “¡Dios te perdone!”.
Estos relatos culminan en 1968 cuando el general Pérez Jiménez, en la cárcel, refiere dolor torácico. Lo examiné junto con otro cardiólogo, se encontraba bien del corazón. Hablamos durante tres horas sobre historia, le rogaba al vigilante que permitiera nuestra estadía y, claro, nada de política pues la ética nos lo prohibía.

¿Cuál fue su inspiración para crear la obra Cuatro genios: batallas de Venezuela?

Nosotros, historiadores del país, nos impresiona hondamente la gesta libertaria comandada por el genio militar de Bolívar. Tan grande es la estatura del Libertador que la curiosidad conduce a incursionar en la búsqueda de personajes en la historia universal que permitan comparaciones. Así llegamos a los cuatro genios: Alejandro Magno, Julio César, Napoleón Bonaparte y Simón Bolívar. Además de ser genios militares, se destacaron como gobernantes del mundo civil para dejar huellas indelebles en la cultura.

En el libro deja entrever su admiración por algunas mentes brillantes, ¿considera que en la actualidad existe un quinto genio?

La humanidad se ha nutrido de mentes superiores que comenzaron a surgir a partir del auge de la Grecia clásica, fuente de la civilización occidental. Desde entonces, no cesa la aparición de talentos en todas las manifestaciones del intelecto humano, incluyendo filósofos, escritores, científicos y toda actividad del pensamiento. Apenas en el siglo XX tenemos al genio de la física, Albert Einstein, cuyas ideas marcaron el rumbo hacia el conocimiento del universo. Diría que él es el quinto genio.

“Desde la llegada del Homo Sapiens, no se ha detenido nuestro incremento de neuronas”

Ha vivido importantes etapas y cambios que sacudieron el país, además de médico, escritor y bloguero, ¿qué visión tiene Gonzalo Villamizar de Venezuela?

Quienes se dedican a narrar la historia de la Independencia de Venezuela, conducida por Simón Bolívar, reciben la impresión de un acto guerrero cuya repercusión, acabó por situar a nuestro héroe como el Libertador de las colonias hispanas de Latinoamérica. Nos sentimos orgullosos por aquellos venezolanos convertidos en soldados de la libertad bajo su estrategia.  


Esa es Venezuela, cuna de las libertades, pese a las vicisitudes de los dos siglos anteriores. Nuestra historia nos enseña que somos una patria de libertadores, pronto renacerá en este suelo de Simón Bolívar el país de la libertad, de la república, de la democracia auténtica.

Por Edgardo niño


El pasado jueves siete de julio, la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (BATT), cerca de cumplirse cien años del nacimiento de su fundador y presidente, Ramón J. Velásquez, realizó una conferencia a cargo de su director ejecutivo, Ildefonso Méndez Salcedo.

La actividad tuvo lugar en las instalaciones de la Biblioteca Pública Leonardo Ruiz Pineda, donde se expuso sobre la creación de la BATT, uno de los proyectos que heredó Ramón J. Velásquez a sus coterráneos andinos; formaba parte de un programa de gobierno que se venía ejecutando en varios estados del país, con el objetivo de promocionar los valores culturales de cada región. Inició en la década de los 60 por un grupo de intelectuales encabezados por el historiador, quien, en el gobierno de Rómulo Betancourt, ocupaba el cargo de secretario general de la Presidencia de la República. 

Según el director de la BATT, “fue siempre un deseo de Ramón J. Velásquez que el Táchira tuviera su propia biblioteca”. Luego de 56 años y 205 ejemplares editados (199 impresos y las últimos seis en versión digital), la BATT se ha posicionado como un registro histórico y cultural del modo de vida tachirense. Un prestigio que ha trascendido las fronteras venezolanas desde América (en Washington D.C., EE.UU., se encuentra la colección más completa) hasta Europa. “No hay investigación que se haga sobre los Andes o el Táchira en la que no se cite, por lo menos, un libro de la BATT”, destacó el ponente.

Sobre el inicio de la fundación, Méndez Salcedo recordó que “comenzó con la celebración de los 400 años de la fundación de San Cristóbal. Se inauguró su sede principal en Caracas, la cual años después se trasladó al Táchira”. La primera publicación de la BATT se tituló, Así era la vida en San Cristóbal, de Anselmo Amado, actualmente en su tercera edición. Sobre el financiamiento para impresión y publicación de los libros, Méndez Salcedo aclaró que “la biblioteca depende de la venta de los libros, ya que el monto asignado por el gobierno es insuficiente”. Así mismo, agregó que han recibido donaciones de mecenas, instituciones privadas y entes públicos, pero no todo el tiempo.

La BATT, comentó su director, “cuenta con una gama de géneros como folclore, historia, literatura, derecho, política, entre otros”, además, se hallan autores ilustres como el mismo Ramón J. Velásquez, quien posee cinco producciones con la editorial; Manuel Felipe Rugeles, Pedro Pablo Paredes, Lolita Robles de Mora 

Para publicar en esta biblioteca, el escritor debe cumplir con alguno de los dos criterios, ser un autor tachirense o que el contenido esté relacionado con el Táchira. Según el ponente, “la única condición que se da al productor de la obra es que no puede ser financiada por él, sino por los recursos de la fundación, de modo que siga siendo una institución filantrópica, con el único objetivo de dar a conocer la cultura tachirense”.

Esta es una de la serie de actividades previstas para conmemorar el centenario de Ramón J. Velásquez, que se estarán realizando en Táchira, Mérida y Caracas. En la capital del país se tiene previsto la inauguración del Centro de investigación Ramón J. Velásquez en la Universidad Metropolitana, el cual albergará 30 mil ejemplares de la biblioteca personal del expresidente.

Para el día miércoles 13 de julio, a las 8 a. m., en las instalaciones de la Biblioteca Pública Leonardo Ruiz Pineda se efectuará un foro sobre la obra histórica del Dr. Ramón J. Velásquez, específicamente el análisis del liberalismo amarillo, participarán Roberto Avendaño e Ildefonso Méndez. 

El 17 de noviembre, en el Tennis Club, a las 7:00 p. m., tendrá lugar el cierre de la celebración de este destacado personaje, durante la peña literaria Manuel Felipe Rugeles.

Masato Cultural

Espacio de promoción cultural dirigido por estudiantes de la carrera de Comunicación Social, cuyo fin es informar periodísticamente sobre los eventos culturales realizados en el estado Táchira, Venezuela

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