sábado, 16 de julio de 2016

Entre dictadura y democracia: vida y obra del Dr. Gonzalo Villamizar

Por María Becerra
Cuando la pasión, el interés y el compromiso por cuidar la salud humana se entretejen con el contexto histórico-social, emerge un personaje colmado de experiencias valiosas como el Dr. Gonzalo Villamizar. Nació en el año 1924 en las montañas de Rubio del estado Táchira. Presenció, con una mirada crítica, las duras etapas que azotaron a Venezuela, sin duda, las dictaduras. Gracias a sus maestras de primaria que le enseñaron las proezas de Simón Bolívar, Villamizar aprendió la importancia y el sentido del derecho a la libertad. Egresó de la Universidad de Los Andes como médico el 21 de julio de 1951 –fecha que recuerda con notoria nostalgia, se especializó, luego, en cardiología. Compartió sus conocimientos y vivencias en la publicación de seis obras de diferentes índoles, como lo son El liceo Simón Bolívar y su promoción cincuentenaria (1940 – 1945); Breve historia de la cardiología en Venezuela; Quinientos años de historia; Venezuela, cuatro épocas; PDVSA, crónicas tachirenses; Cuatro genios, batallas de Venezuela.

El autor pertenece a la Asociación de Médicos Escritores de la Federación Médica Venezolana, al Círculo de Escritores de Venezuela, a la Fundación Liceo Simón Bolívar y a la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses. Gracias a su notoria trayectoria, recibió el apoyo y afecto de diversos historiadores como Guillermo Morón, Agustín Blanco Muñoz y del difunto expresidente Ramón J. Velásquez.

Su octavo libro, Cuatro genios batallas de Venezuela, obtuvo el premio literario Andrés Eloy Blanco. Hoy, el médico y escritor continúa brindando su mirada de la sociedad, buscando contribuir con la mejora de la situación actual. Invitamos al lector a disfrutar en los siguientes párrafos del apasionado de Bolívar y su legado, Gonzalo Villamizar.  



¿Por qué eligió convertirse en médico y especializarse en la rama de la cardiología? 

Mis padres se casaron en enero de 1922. Siguiendo con la tradición, un loro sacó un papelito donde sentenciaba que tendrían un único hijo y que, además, sería médico. Ambos presagios se cumplieron a pesar de la ausencia de los recursos financieros. Pueden llamarlo como quieran, fábula o misterio.  Viví en Delicias, un pueblito cercano al río Táchira, allí presencié escenas de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Veía a los presos que provenían de las aldeas vecinas, atados y en fila, eran conducidos por soldados rumbo a las prisiones de Puerto Cabello, Maracaibo, La Guaira o Caracas. Recuerdo que los chicos corríamos en un palo gritando “llegó la revolución, vamos pal monte”.

“Vimos  a Juan Pablo Peñaloza, eterno guerrillero contra Gómez, pasar encadenado
En mis vacaciones universitarias de 1947 trabajé en las aldeas del municipio Delicias, hoy Urdaneta, por el partido de Acción Democrática (AD), pero la región era dominada por el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI). Mi vida corría peligro. Los campesinos mostraban escapularios con la figura de Rafael Caldera, en plena montaña, me protegían dos policías. Es posible que tanto sobresalto haya influido en la decisión de especializarme en cardiología. En uno de mis libros desarrollé una tertulia con mi corazón, ahí vierto gratitud y admiración por el órgano que alimenta la vida de treinta y siete billones de células humanas. Mi amigo se ha portado bien conmigo para permitirme llegar a los 92 años.

Siendo médico ¿qué le motivó a incursionar en el mundo de la literatura? 

En primaria, las maestras me privilegiaban en eso de usar a menudo papel y lápiz. A mis diez años, una de ellas escribió un discurso que memoricé para un acto público en donde se elogiaba a Juan Vicente Gómez, oratoria que me hicieron consignar en escritura. Recuerdo como una decisiva influencia en mi infancia la diaria tarea de mis profesoras de tercer y cuarto grado, quienes rendían culto a Simón Bolívar; en el aula junto a la pared tenían una mesa adornada, en el centro, su figura y antes de iniciar las clases debíamos ponernos de pie e inclinarnos hacia él para decir “buenos días, padre Libertador”.

Los jóvenes soldados, con gusto, desfilaban junto a nosotros cada siete días frente a la efigie de Simón Bolívar, en la placita del pueblo inmediata a la escuela. Poseo diez retratos grandes, reproducción de los mejores pintores, para rendirle culto en mi casa. En uno de mis libros dedico doce páginas al Libertador, tras haber leído algunas de las mejores obras que biografían su vida. Mi pasión por la literatura y la historia se inicia con él.

“Se lleva en las neuronas la capacidad para que cada persona realice una determinada actividad en su vida”

Sus obras se inclinan hacia temas y procesos históricos del país, ¿por qué? 

La dedicación a los temas históricos inicia con las enseñanzas de mis siempre recordadas maestras de primaria. En el pueblo solo había estudios hasta cuarto grado, por lo cual en agosto de 1935 me trasladé a San Cristóbal. En diciembre muere Juan Vicente Gómez, la ciudad y el país se estremecieron. Fue un gran impacto, los viejos, arrodillados, imploraban a Dios protección ante el recuerdo del infierno de las guerras civiles, no se percataban de que la tiranía de 35 años fue el pago a 73 años de guerras. Los jóvenes y adultos saltábamos llorando de grata emoción y gritando “¡libertad, libertad, democracia!”. Con fervores de observador pude captar este gran momento de la república, me sentía cada vez más atraído por los fenómenos históricos.

Debo agregar las enseñanzas de historia impartidas por mi fraterno amigo, Ramón J. Velásquez, en el liceo Simón Bolívar de San Cristóbal. También, la influencia del mártir de la democracia venezolana, el doctor Leonardo Ruiz Pineda, guía de los jóvenes de mi época.

“Ambos próceres de nuestra democracia habían sido expulsados del Liceo Simón Bolívar por la tiranía gomera”

Ud. fue perseguido en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, ¿qué influencia tuvo esto en su vida? ¿Acaso condicionó su postura como escritor?

Evitamos parecer como héroes porque la persecución de aquel régimen fue contra todo lo universitario (con situaciones similares a la actualidad) y yo fui una víctima más, escapando de la muerte en tres ocasiones.

Inicié como médico rural en Santa Cruz de Mora en agosto de 1951. En 1952 ganó las elecciones Jóvito Villalba. En ese momento, me llegó un telegrama de destitución emitido por el gobernador del estado Mérida, esperaba retirarme en el transcurso de unos días, pero un amigo por vía telefónica me informó que una comisión de la Seguridad Nacional estaba en mi búsqueda. Inmediatamente, emprendí la retirada hacia Caracas en avión y allí pude esconderme por ocho meses.

Se inició una nueva etapa en mi vida profesional, amparado por el Ministerio de Sanidad la mayoría de veces. En Boconó fui destituido por segunda vez, decidí viajar de nuevo a Caracas, pero me recomendaron no salir solo, un amigo me acompañó. Esa noche, una camioneta de la famosa Seguridad Nacional nos interceptó, al notar que tenía compañía, se retiraron; José Pinto Salinos no corrió con la misma suerte y así fue asesinado.

La tercera vez sucedió en una reunión social que tuvo lugar entre la carretera de Carora y Barquisimeto. A la media noche, el capitán Chacón, jefe de la Seguridad Nacional de Carora, se levantó en plena cena y de pronto me dijo apuntándome con su revólver  “Se pone de pie y rinde homenaje al retrato de mi general presidente, o, si no, ¡le disparo!”. Le dije “¡cobarde, dispara!” pero no se atrevió hacerlo, se retiró de inmediato. Cuando me disponía a salir, un muchacho me avisó que Chacón y su banda me esperaban en una curva. Regresé a Carora al mediodía, media población conocía la noticia. Seis meses después, el capitán estaba el borde de la muerte debido al cáncer de estómago, me llamó y pidió perdón. Conmovido, besé su frente con un “¡Dios te perdone!”.
Estos relatos culminan en 1968 cuando el general Pérez Jiménez, en la cárcel, refiere dolor torácico. Lo examiné junto con otro cardiólogo, se encontraba bien del corazón. Hablamos durante tres horas sobre historia, le rogaba al vigilante que permitiera nuestra estadía y, claro, nada de política pues la ética nos lo prohibía.

¿Cuál fue su inspiración para crear la obra Cuatro genios: batallas de Venezuela?

Nosotros, historiadores del país, nos impresiona hondamente la gesta libertaria comandada por el genio militar de Bolívar. Tan grande es la estatura del Libertador que la curiosidad conduce a incursionar en la búsqueda de personajes en la historia universal que permitan comparaciones. Así llegamos a los cuatro genios: Alejandro Magno, Julio César, Napoleón Bonaparte y Simón Bolívar. Además de ser genios militares, se destacaron como gobernantes del mundo civil para dejar huellas indelebles en la cultura.

En el libro deja entrever su admiración por algunas mentes brillantes, ¿considera que en la actualidad existe un quinto genio?

La humanidad se ha nutrido de mentes superiores que comenzaron a surgir a partir del auge de la Grecia clásica, fuente de la civilización occidental. Desde entonces, no cesa la aparición de talentos en todas las manifestaciones del intelecto humano, incluyendo filósofos, escritores, científicos y toda actividad del pensamiento. Apenas en el siglo XX tenemos al genio de la física, Albert Einstein, cuyas ideas marcaron el rumbo hacia el conocimiento del universo. Diría que él es el quinto genio.

“Desde la llegada del Homo Sapiens, no se ha detenido nuestro incremento de neuronas”

Ha vivido importantes etapas y cambios que sacudieron el país, además de médico, escritor y bloguero, ¿qué visión tiene Gonzalo Villamizar de Venezuela?

Quienes se dedican a narrar la historia de la Independencia de Venezuela, conducida por Simón Bolívar, reciben la impresión de un acto guerrero cuya repercusión, acabó por situar a nuestro héroe como el Libertador de las colonias hispanas de Latinoamérica. Nos sentimos orgullosos por aquellos venezolanos convertidos en soldados de la libertad bajo su estrategia.  


Esa es Venezuela, cuna de las libertades, pese a las vicisitudes de los dos siglos anteriores. Nuestra historia nos enseña que somos una patria de libertadores, pronto renacerá en este suelo de Simón Bolívar el país de la libertad, de la república, de la democracia auténtica.

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Espacio de promoción cultural dirigido por estudiantes de la carrera de Comunicación Social, cuyo fin es informar periodísticamente sobre los eventos culturales realizados en el estado Táchira, Venezuela

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