viernes, 17 de abril de 2015

Crónica de una noche triplicada

Por: Jesús Baclini

Desde meses antes del Conéctate y Convive, oyes a conocidos y amigos enviando propuestas artísticas para el evento, y a la coordinación del mismo a cargo del padre, Dizzi Perales, promoviéndolo en redes y medios de comunicación. Se puede pasar cada día del año yendo y viniendo de un lado a otro de la ciudad, entre grupos típicos o clásicos, bandas favoritas, emergentes o de esas que solo suenan una vez, entre los pensamientos arrinconados en el papel de los poetas que se roban un micrófono cada vez que tienen oportunidad, echando vistazos a los pies que bailan en contra del tiempo, o inclusive todo aquel joven o viejo que un día despierta queriendo crear y mostrar lo que soñó, pensó o imaginó en algún momento; pero el hecho de encontrarte con todo esto junto durante tres noches puede ocasionar un torrente humano con la necesidad de conectarse y convivir.

Llego a la nueva sede de la Católica con un grupo de amigos y a los pocos segundos me encuentro a alguien a quien no veía desde unas horas antes, o el día anterior o incluso un año, convirtiéndose así en un evento donde me detengo a saludar conocidos, unos que jamás pensé conseguirme allí, y otros más recurrentes a dicho evento. 

Me doy cuenta de pronto que me encuentro solo haciendo una “búsqueda implacable” de mi grupo, convirtiéndose esto en un acto regular de la noche: sonreír en señal de saludo a un grupo de personas conocidas desde lejos para no volver a iniciar el encuentra la aguja en el pajar.

Entrando, luego de hacer una cola bastante larga (cómo no, aquí también), aparecen todos de nuevo, aprovechando el encuentro casual, y el estar a dos pasos de la entrada. Luego de pasar olímpicamente las revisiones de máxima seguridad del recinto, me encuentro con la tarima, en cuyo frente veo a las personas que se preparan para dar vueltas y choques en la olla al tiempo del china de la batería. 

Luego del disfrutable desorden del rock, un círculo perfecto, creado por el público en las obras teatrales, da a entender el comienzo del espectáculo, cuando llega el momento de dejar volar la imaginación a través de actuaciones que no necesitan de tablas bajo sus pies para mostrarse en su máxima expresión.

Al fondo del lugar, tras pasar por los murales que están siendo pintados en vivo por artistas de la región, llego a la zona roja, donde si no estás pendiente puedes ser atropellado por los patinadores que pasan a centímetros de tu lado, y donde ellos, aparte de ser un atentado para sí mismos, son los principales protagonistas para los que no disfrutan de un ambiente libre de humo. 

La sincronía de los ensambles y de las danzas tradicionales y contemporáneas se roban las miradas y oídos de los presentes, reflejando el esfuerzo que representa cada movimiento y nota en los rostros admirados que observan y comentan la experiencia con los de al lado, aunque no lo conozca, y solo le esté preguntando la hora.

Tras dar vueltas y vueltas, de grupo en grupo, y pasear de la tarima a las rampas y de las rampas a la tarima, llega la hora de sentarse en las gradas que dan hacia la cancha, donde usualmente está un equipo deportivo de la universidad haciendo sus prácticas, y una de las mil polillas que vuelan alrededor de las luces puede tratar de atentar tu cerebro a través de tu oído, true story.

“Llegó la hora de una hamburguesa… y ¡cerveza!” digo, así que salimos y nos encontramos con que hay fuera la misma cantidad de personas que está en la universidad, aprovechando la cerveza a precio considerable y la comida mucho más barata de la que venden dentro, pensando que allí la cosa está igual de buena que frente a la tarima, hasta que un par de horas después decides que es hora de volver a ver qué ha pasado y qué viene luego.

Tras haber quedado satisfecho por las presentaciones (que pude ver), y de haberme reunido de nuevo con mi grupo luego de varios intentos, llega la hora de la lucha por la supervivencia, ya que al parecer todos tienen problemas más serios como para no robarme el taxi que acabo de parar, y volver a la Católica por dos noches más.
Fotografía: Jesus Baclini

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Espacio de promoción cultural dirigido por estudiantes de la carrera de Comunicación Social, cuyo fin es informar periodísticamente sobre los eventos culturales realizados en el estado Táchira, Venezuela

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